Todas querríamos ser cisnes, aunque fuese negro.
Con tal de lucir ese porte que la es bailarina Liliana Couto dice que retrata instantáneamente a una artista de la danza: A tributos que acompañan a un cuerpo esbelto, de músculos alargados, huesos definidos y formas suaves.
En la danza clásica intervienen todos los músculos: es uno de los secretos de los cuerpos gráciles de cualquiera de las grandes –desde Irina Baronava a Valentina Kozlova- que Degas captó tan bien en su obra La bailarina verde. Pero la ingravidez y la gracia de la danza clásica es motivo de desánimo para novatas interesadas: existe un tópico respecto al ballet según el cual quien no empieza a tomar clases a los ocho años y dedique su vida con disciplina monacal, no tendrá opciones. Las posibilidades profesionales quedan descartadas, pero no las personales. dice Liliana Couto, y eso es algo que Natalie Portman nos ha demostrado en Cisne Negro. Alos 29 años se puede aprender a bailar aunque, como confiesa la actriz, haya sido duro: cinco horas diarias de ballet durante un año y dieta estricta.
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